Hay vivencias que, aunque parezcan insignificantes, nos marcan a fuego. Sensaciones que queremos repetir sea como sea, cosas que nadie más que vos puede entender.
Me duele su recuerdo, me duele acordarme de su cara, me duele no acordarme, me duele pensar que estará haciendo momento a momento.
Tengo que arrancármelo de la piel, odiarlo hasta olvidarlo. Antes no sabía dónde estaba, ahora no sé dónde quedó, donde quedó él...
¿Cómo hago para arrancarlo de cada cosa, de cada pensamiento?
Tendré que enojarme, enojarme con cada recuerdo, con cada vivencia. Tendré que enojarme con cada cosa que me recuerde a él, enojarme hasta odiarlo, y odiarlo hasta olvidarme de él.
lunes, 18 de julio de 2011
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